¿Consumes aceite de palma habitualmente? Probablemente sí, aunque no seas consciente de ello. Prácticamente uno de cada dos productos que encontramos en el supermercado contiene aceite de palma y es el aceite más consumido en el mundo. Para contarte un poco más sobre este producto y para apoyar la investigación en profundidad que el equipo de Carro de Combate quiere realizar sobre él, hoy hablaremos del aceite de palma y su impacto ambiental y social.
Es un aceite vegetal, versátil y muy económico (la explicación a su popularidad está en su alta rentabilidad) que se utiliza principalmente en la industria alimentaria. Normalmente lo encontramos identificado de forma muy genérica como aceite vegetal y es frecuente en alimentos como cremas y patés de todo tipo, infinidad de dulces, cereales de desayuno, casi inevitablemente en la bollería y mucho más. Ha sido el sustituto en la industria de las grasas hidrogenadas (ahora que nadie quiere saber de ellas), porque es naturalmente sólido o con buena textura a temperaturas medias, aunque se ha puesto muy en duda que sea recomendable para la salud porque es muy rico en grasas saturadas. También es un producto habitual en productos de cosmética (pastas de dientes, champús, geles, etc) y, además, se utiliza en el sector de la energía para producir biodiesel.
La buena noticia es que a partir del 2016, las empresas estarán obligadas a indicar exactamente qué tipo de aceite vegetal contienen sus productos. Ahora veamos, ¿por qué le dedicamos un post?
Su producción se realiza en monocultivos: es decir, se destinan enormes extensiones de tierra exclusivamente para la producción de la palma aceitera o africana, de cuyo fruto se extrae el aceite. La palma aceitera se produce principalmente en Indonesia, Malasia y Singapur aunque también son productores de palma otros países tropicales como Nueva Guinea, Camerún, Uganda, Costa de Marfil, Camboya, Filipinas, Tailandia, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Guatemala, México, Nicaragua y Costa Rica.
Durante años el país líder en la producción fue Malasia, hasta que el 1997 se comprometió a conservar los bosques tropicales en un 50% de su superficie. Actualmente, el 85% de la producción mundial se concentra en las islas indonesias de Sumatra y Bomeo, a sí que ya te puedes ir haciendo una idea de su impacto. Pero veámoslo a fondo.
Razones para decir no al aceite de palma
- Deforestación: La palma aceitera crece fundamentalmente en selvas tropicales y es causa importante de deforestación: se talan y queman bosques para extender las zonas de cultivo de palma aceitera a velocidad de vértigo. Según datos de WWF, cada hora se deforesta un territorio equivalente a 300 campos de futbol en Indonesia.
- Contaminación: como en todo monocultivo, estas plantaciones necesitan el uso de plaguicidas muy tóxicos, pues no cuentan con los medios de regulación de la naturaleza que sí aprovechan los métodos tradicionales.
- Impacto en el agua: El aceite de palma requiere el doble de agua de los cultivos de cítricos, legumbres o tubérculos y un 50% más que los cereales. Además, desde luego, y contamina los cursos de agua por el mismo uso de fertilizantes.
- Reducción de la biodiversidad: El impacto sobre la selva tiene consecuencias directas en la biodiversidad: destruye la flora y la fauna que originalmente habita en estos hábitats. Los más afectados son el rinoceronte, el tigre y el orangután, todos especies en peligro de extinción. En el caso de los orangutanes. por ejemplo, el 50% de los ejemplares que quedan en estado salvaje viven en Indonesia y dependen para su subsistencia de estas selvas.
- Producción de residuos: La producción del aceite de palma genera grandes cantidades de residuos sólidos (producto de los desechos de la propia planta), líquidos (para la esterilización y clarificación del aceite) y gases de efecto invernadero (producto, entre otras cosas, del uso de los residuos como biocombustible) entre otros.
- Cambio Climático: las selvas tropicales tienen un importantísimo papel de regulación para el planeta. Capturan enormes cantidades de CO2 y su deforestación tiene consecuencias directas el efecto invernadero y el calentamiento global. Además, como todo cultivo industrial a gran escala, el de la palma aceitera implica grandes emisiones de CO2 producto de la maquinaria utilizada en la producción, del uso de abonos hidrogenados en el suelo y, también del transporte del propio aceite, ya que es un producto de exportación principalmente y por lo tanto recorre muchos kilómetros antes de llegar a nuestras despensas.
- Agravamiento de las sequías, producto de la degradación del suelo, la alta huella hídrica, el cambio en los cursos naturales del agua, el efecto sobre el cambio climático, y más.
- Conflictos de tierra: Para poder destinar estas enormes extensiones de tierra a la producción de la palma aceitera, se expropian ilegalmente las tierras a los habitantes locales. Según datos del Forum Permanente de Asuntos Indígenas de las Naciones Unidas, 60 millones de personas están amenazados con perder sus tierras por la expansión de plantaciones destinadas a la producción de biocombustibles.
- Pérdida de soberanía alimentaria: la tierra queda a merced de esta producción masiva de un único producto que está destinado al mercado internacional, mientras los habitantes de la región se ven privados de tierras para producir sus propios alimentos, según métodos tradicionales de los que depende su supervivencia. Gracias a esta lógica absurda en la que domina la implacable ley del mercado, estos países productores se ven a su vez obligados a importar alimentos de aquellos países a los que están exportando el aceite.
- Impacto Social: Todo este escenario, desde luego, tiene enormes implicaciones sociales y culturales (una cultura que ve como se destruye su hábitat desde luego es una cultura condenada a la desaparición). En lugar de impulsar el desarrollo local, las empresas hinchan su productividad a costa de unas relaciones laborales indignas y de explotación (con salarios muy por debajo del mínimo), que dejan a sus trabajadores sumidos en la pobreza y el hambre. En muchos casos llegan a estar en condiciones de esclavitud, privados de su libertad, como ha sido denunciado en plantaciones de Malasia.
Más aún, de acuerdo a la organización Salva la Selva, en Colombia se han documentado asesinatos, masacres y torturas relacionadas con los conflictos de tierra producto de la industria aceitera. También se ha denunciado el trabajo infantil en este negocio.
RSPO: Regulación en duda
La Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible (RSPO), creada en 2004 , otorga un sello que en teoría certifica la sostenibilidad del aceite. Ha estado sujeto a muchas polémicas sobre su fiablidad. Según explica este informe sobre el aceite de palma elaborado por Carro de Combate, la RSPO pone el acento en el respeto a las leyes locales y el desarrollo de nuevas plantaciones sin prohibir la deforestación expresamente. Por otra parte, se han denunciado abusos laborales en plantaciones certificadas por RSPO. Por estas y muchas otras razones, siempre ha tenido poca credibilidad entre muchos ecologistas.
Carro de combate contra
el negocio del aceite de palma
Carro de Combate realiza una reivindica a través de la información que nuestro carro de compra puede ser nuestra mejor arma de protesta. Su lema, que yo subscribo totalmente, es: Consumir es un acto político. Ahora quieren que utilizar su carro de compra contra el aceite de palma pero para lograrlo con la información más certera, quieren viajar a los principales países productores y llegar al fondo de la verdad sobre este producto. Para ello están haciendo una campaña en Goteo.org que finaliza en sólo 9 días. En el momento de publicar este artículo les faltan poco más de 3 mil euros para llegar al mínimo. ¿Les damos una mano?
¿Y qué hacemos los consumidores?
Actualmente un 16% del aceite de palma procede de estas plantaciones con certificado RSPO pero, la recomendación de La Ecocosmopolita, al menos mientras no tengamos información más confiable sobre su fiabilidad,es evitar este producto en nuestros alimentos (¡lo que seguramente se traducirá en consumir menos productos procesados y eso, desde luego, se traduce en salud y sostenibilidad!).
Porque hay muchas cosas maravillosas
en este mundo
y a mí me encanta compartirlas
Cada 15 días escribo una carta en la que comparto un popurrí de cosas que creo que deberías conocer, porque son buenas para la Tierra o porque son buenas para ti.
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