Te lo debíamos. Nuestro Daniel Viganò (CIRPS / Work System, y voluntario de Legambiente Lecco y 350 BCN) nos vuelve a llevar hasta Uganda, donde avanzan los trabajos que cambiarán para siempre la realidad de la aldea de Kitobo. Continúa la travesía, que disfrutes del viaje.
-Yve
Atracamos en el borde de la playa, delante de un cuartel de policía de madera y nos adentramos en la aldea principal de la isla (o landing site, como se llaman aquí las aldeas costeras). Seguimos en el lago Vitoria, donde nos dejasteis en un post anterior.
Alrededor de mil quinientas personas viven aglomeradas, formando una pequeña y densa favela, llena de mil colores y olores, entre los que domina el del pescado secado en la playa o frito en aceite de palma.
Una manada de niños y niñas nos saludan, deslizándose entre mujeres que cocinan justo fuera de sus puertas, pequeñas tiendas de fruta y verdura, y un vaivén de pescadores que arreglan sus barcos después de una noche entre las aguas. Saludamos al alcalde, y a conocidos y amigos, y nos dirigimos hacia la obra en la que estamos trabajando.
En el pequeño altiplano cubierto de césped que domina la aldea desde arriba, estamos construyendo una planta solar fotovoltaica. Pasamos entre la gente, que ya cada día nos pregunta cuándo llegará la electricidad. Algunos pocos tienen electricidad, gracias a un viejo generador alimentado con gasolina que ya se está muriendo, o a pequeños paneles solares que permiten solamente conectar un par de bombillas por casa, o poco más. Pero las conexiones eléctricas son a menudo artesanales y los cables, de mala calidad.
Al llegar en el barco, lo primero que se ve son los postes y los cables de la red de distribución construida por la REA (Agencia de Electrificación Rural de Uganda). Ahora se trabaja para acabar lo antes posible las obras civiles y la construcción de la planta, cuyos materiales son en gran parte enviados desde Europa.
Sueños de futuro
Hoy la gente de la aldea tiene un encuentro con representantes de AVSI (una ONG italiana con una sede en Uganda y otros 30 países del mundo), junto con FinAfrica y Kafophan, que son ONG locales que tratan problemas sociales, entre ellos la lucha contra el SIDA. Les ayudan a identificar las mejores fórmulas para que aprovechen al máximo la llegada de la electricidad. Las posibilidades son muchas e incluyen nuevas actividades comerciales como carpintería, producción de hielo -sobre todo para poder conservar el pescado sin tener que importar el hielo de la tierra firme- o lavadoras. Gracias al trabajo conjunto de estas ONG, muchas personas se sienten más empoderadas y capaces de llevar adelante pequeños negocios e incluso, de ahorrar para poder planificar un mejor futuro.
La clave está en la colaboración
Un grupo de trabajadores isleños trabajan codo a codo cada día con la empresa constructora, Work System, haciendo huecos en el terreno rocoso para luego poder instalar las estructuras metálicas de soporte a los paneles fotovoltaicos, que ya vienen desde Europa camino a África.
El CIRPS (Centro interuniversitario para la Investigación sobre el Desarrollo Sostenible), brinda soporte técnico y logístico, y se encarga de la formación del personal local que gestionará la planta cuando ya esté operativa. Su coordinador, el profesor Andrea Micangeli, de la Universidad Sapienza de Roma, ya ha dado un curso básico de un par de semanas sobre energía y electricidad.
Mi trabajo, como representante del CIRPS, es seguir en el campo la construcción de la planta, desde los primeros movimientos de tierra hasta la conexión final. Junto a AVSI, FinAfrica y Kafophan, constituimos un fundamental puente logístico, técnico y lingüístico con las entidades italianas involucradas en el proyecto. Valeria Gambino -coordinadora de Absolute Energy, la plataforma financiera que invierte en el proyecto y recauda los fondos europeos a la cooperación y desarrollo- desde hace más de dos años dedica su tiempo, fuerzas y corazón para que este proyecto, que debería ser el primero de muchos en la región, sea todo un éxito.
Mientras continúa el trabajo cotidiano, acompañado del sudor en las obras, y pequeños y grandes problemas en el campo y en la oficina debido a las dificultades de transporte o de disponibilidad de algunos materiales, la población local sabe que está a punto de vivir un cambio abrupto en su estilo de vida.
Adiós a los combustibles fósiles
Actualmente la principal fuente de energía y luz de la aldea es el keroseno, un combustible fósil costoso, peligroso (es causa de incendios, y en las condiciones locales el fuego puede propagarse rápido), tóxico (causa varios problemas respiratorios) y contaminante. Gracias a la planta que estamos construyendo, ahora podrán producir energía limpia durante el día, consumir inmediatamente una parte y almacenar el resto en unas innovadoras baterías (llamadas de flujo, de vida más larga), utilizadas como fuente de electricidad por la noche o en ausencia de sol. La planta solo necesitará recurrir a energías fósiles (diesel) en casos de emergencia (por picos en la demanda o muchos días de poco sol). La planta solar tiene una potencia nominal de 228 kW, que en Europa satisfaría unas 50-100 familias, pero en Kitobo permitirá responder fácilmente a las necesidades de toda la aldea (600 familias, y 50 negocios), debido a sus consumos muchos menores.
Así, nuestro trabajo ayudará a reducir la contaminación y será una pequeña contribución a la reducción de emisión de gases de efecto invernadero establecida en el Acuerdo de París el pasado noviembre 2015, en vía de ratificación en varios países y entrado recientemente en vigor (Octubre 2016). Y es una contribución pequeña pero relevante, porque aquí se sienten mucho los efectos del cambio climático, igual que sucede en muchos países en vías de desarrollo, que están realmente atados a los recursos naturales y al temperamento del clima.
Nos cuentan que las lluvias han cambiado en intensidad y frecuencia, lo que ha alterado las temporadas de pesca y agricultura, y nosotros mismo hemos sido testigos de tres fuertes torbellinos, que son un fenómeno aquí desconocido hasta este año por los lugareños, y que probablemente se deben también a las aguas más abundantes y cálidas del lago.
Pero no sólo incidirá en el clima; esto un problema con causas y consecuencias globales y de largo plazo, abordable con un enfoque internacional. Tendrá impactos inmediatos y claros en la población: les permitirá utilizar aparatos eléctricos que mejorarán mucho la calidad de vida, tanto en alimentación y salud (gracias a las neveras), como en diversión y esparcimiento (tendrán acceso a la televisión, la radio, altavoces, etc). Finalmente, la electricidad también dará impulso a la actividad económica, y les facilitará la creación de pequeños negocios como tiendas, peluquerías, pequeños cinemas, y talleres de artesanía.
Mientras otro día se acaba, nuestro bote se alinea perfectamente entre el sol rojo que tenemos delante y la luna casi llena que está a nuestra espalda, de color amarillo azafrán. La oscuridad envuelve la aldea con la velocidad de una puesta del sol típica de las regiones tropicales. Una oscuridad hermosa, romántica, que permite ver las estrellas como si estuviéramos en el medio de los Alpes, y en la que los colores juegan como si se tratara de una obra de arte del siglo XIX.
Sin embargo, la oscuridad también representa uno de los mayores obstáculos al desarrollo y al bienestar. El bienestar y la tranquilidad que en África todavía escasean y que necesitan para poder gozar del privilegio nada trivial de sentirse bien, gozar de buena salud, y poder apreciar la belleza del cielo, del hipopótamo que a veces surge de las aguas para pastar en la orilla, de una puesta del sol o de un amanecer, sin la necesidad de preocuparse demasiado por cómo conseguir comida y trabajo al día siguiente.
Daniele Viganò
CIRPS
Legambiente Lecco
350 BCN
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