Por qué decir no a los productos desechables (aunque sean de bioplástico)

Plástico en el mar. Calderón tropical con botella de agua

Tan sólo llegaron a la vida cotidiana en los años cincuenta del siglo pasado y ahora parece que no sabemos vivir sin ellos. Son los productos desechables, esos que tantas veces usamos por mera comodidad sin pararnos a reflexionar sobre las incongruencias entre el tiempo que nos serán de utilidad y el impacto ambiental que generan. A ellos y a su cara más popular en el marketing verde, los bioplásticos, les dedico este post. Seguimos buscando caminos para una vida zero waste o residuo cero, esté de moda o no.

Plástico en el mar. Calderón tropical con botella de agua
Calderón Tropical jugando con una garrafa de agua en Tenerife, por Teo Lucas de Asociación Gigante Azul.

Un encuentro perfecto pero con vasos compostables

Después de muchas semanas de expectativas, coincidimos en Barcelona unos cuantos miembros del colectivo HolaEco y pasamos una tarde que creo que para todos será inolvidable. Hablamos sin parar sobre nuestros proyectos de futuro, de blogging y sus aventuras y desventuras, de nuestras series preferidas, de veganismo y prejuicios, de familia, de lo frikis que nos podemos llegar a sentir (jeje), y de mucho más, incluyendo los productos desechables biodegradables.

Comenzamos el encuentro comiendo en Petit Brot, un restaurante crudivegano que te recomiendo visitar, hermoso, con una comida riquísima y la atención amable de sus dueños: Laura y Ales. Cuando ordenamos, nos preguntaron si queríamos un vaso de agua. Un gesto simple que si fuera adoptado por todos los bares y restaurantes del mundo, ahorraría toneladas de basura plástica (de momento, estos días celebramos que en los bares de Andalucía pronto será obligatorio tener a disposición de los clientes una jarra de agua fresca y vasos). Sin embargo, para la sorpresa de la mesa de los ecobloggers -la que Sandra (Green Sandra) bautizó como la mesa más difícil del mes-, nos sirvieron el agua en vasos desechables, aunque de bioplástico y etiquetados como compostables.

Mariana (aquí hablamos sobre su blog, Cualquier cosita es cariño, y su búsqueda de una vida zero waste) acertó al decir que probablemente se trataba de una opción seleccionada con la mejor intención.

Laura -de Petit Brot- se dio cuenta pronto de que pasaba algo, y acabamos teniendo una interesante conversación, de la que ha nacido la idea de este artículo. Ella, para comenzar, nos aclaró que eran de un plástico fabricado a partir de almidón de maíz, y que ellos los estaban aprovechando porque en un comienzo el restaurante era sólo de comida para llevar y pensaban que al ser compostables, no debían ser un problema. A continuación, los argumentos por los que le recomendamos dar el salto al vidrio tan pronto como puedan permitírselo, cosa que ya tienen en sus planes.

Qué son los bioplásticos

Empecemos aclarando conceptos: según el informe Desengancharse del plástico, de Amaia Bilbao Villen de Ecologistas en acción, un bioplástico es aquel polímero se produce a partir de materia orgánica (por ejemplo, biomasa obtenida generalmente de almidón de maíz, trigo o patatas, o bien del cultivo de bacterias). En condiciones naturales y en presencia de microrganismos, se deberían degradar completamente a CO2, agua y biomasa, descomponiendo totalmente los polímeros de los que estos formaban parte.

Vaso desechable de bioplastico
El bioplástico puede tener una apariencia muy similar a la del plástico. Y un comportamiento muy parecido.

Los plásticos oxodegradables, por su parte, son plásticos convencionales a los que se añade un aditivo que permite que se fragmenten de forma más acelerada en presencia de oxígeno y normalmente gracias a un proceso que se inicia por la acción del sol. Sin embargo, en este caso los pequeños fragmentos permanecen en el medio ambiente, de forma que no solo no acaban con el problema de la contaminación sino que, de hecho, lo agravan.

12 cosas en las que deberíamos pensar antes de escoger productos de un solo uso,
ya sean bioplásticos o no.

Como los vasos que dieron pie a este post estaban etiquetados como compostables, he pedido a Marta de Plantea en Verde que nos explicara con detalle por qué la reincorporación al medio natural de los plásticos biodegradables no es tan inocua como podríamos pensar. Los tres primeros puntos de esta lista son íntegramente de su pluma:


  1. Que sea biodegradable no quiere decir que sea compostable. Un producto compostable es aquel que se biodegrada al mismo ritmo que la materia orgánica en las condiciones adecuadas, con lo cual es apto para un proceso de compostaje que, como mucho, dura un año. Muchos productos biodegradables no son compostables, ya que tardan demasiado tiempo. Incluso, hay naturales biodegradables no compostables: el tronco de un árbol, huesos de aguacate, la cáscara del coco. Recordemos que si no se indica que es apto para compostaje, no se puede tirar al contenedor de materia orgánica.
  2. Que sea apto para compostaje no quiere decir que se pueda compostar en casa. Los bioplásticos habitualmente necesitan unas condiciones muy concretas de temperatura y humedad que sólo se dan en el compostaje industrial.
  3. Que sea compostable, no quiere decir que nos interese compostarlo. Los bioplásticos pasan unos controles para que no superen cierta cantidad de metales pesados y otras sustancias que contaminen el compost. Pero esto sólo quiere decir que son un producto no peligroso para el proceso de compostaje, no que sea un producto bueno para compostar. Vienen a ser el equivalente de la comida rápida en nuestra dieta: no nos hace ningún bien y, según su cantidad, puede llegar a generarnos serios problemas de salud. De momento siguen llegando a las estaciones de compostaje en pocas cantidades, pero si la idea es sustituir todo el plástico que consumimos por bioplásticos, el proceso de compostaje no se podría hacer de forma eficaz.

    Y una vez Marta nos ha aclarado estos conceptos sobre la «compostabilidad» de los bioplásticos, continuamos…

  4. Al parecer, un bioplástico no es siempre biodegradable. Citando textualmente el artículo Biplásticos, de la Universidad Nacional Autónoma de México, “la biodegradabilidad de un material no depende del origen del material sino de su estructura química, por lo que existen bioplásticos que no son biodegradables.”
    Resulta que la palabra «biodegradable» se usa con mucha alegría, y muchos plásticos que nos venden como degradables, en realidad se descomponen en microplásticos, es decir, partículas que no son degradables y son tóxicas.
  5. Que sea compostable no quiere decir que vaya a ser compostado. En Catalunya la recogida selectiva es obligatoria, pero esto es una excepción en España. Según datos del libro Stop Basura. La verdad sobre reciclar, de Alex Pascual, el 40% de nuestra basura es orgánica pero en el caso de Catalunya (ejemplo de éxito) sólo el 22% es correctamente reciclada (no hay datos estatales, pero son  inferiores). Es decir, si tú no lo llevas directamente al contenedor adecuado (porque lo has consumido en un festival, por ejemplo), es muy probable que el producto compostable que utilizas acabe en un vertedero o una incineradora. Además, como te podrás imaginar ya, los bioplásticos no son fácilmente reciclables, así que no pueden tratarse igual que los plásticos convencionales si van a parar a la planta convencional (en este post Patri y Fer de Vivir sin plástico nos explicaban de maravilla las limitaciones del reciclaje de plásticos).
  6. El material no es el que determina si un producto es sostenible o no, sino el uso que se le da (Mariana dixit) y el análisis de su ciclo de vida completo, añado yo ahora. Por eso, un producto fabricado para usar y tirar nunca puede ser sostenible realmente (aunque pueda ser biodegradable y menos problemática que su opción de plástico convencional). Recordemos que cada hora vertemos al mar 675.000 kilos de basura, de los que entre un 60 y un 80% es de plástico y puede tardar en degradarse 500 años o más. ¿Realmente vamos a creer que la solución está en sustituir esa basura por otra, por mucho origen vegetal que tenga?
    Los bioplásticos no son la solución. Hay que apostar por un modelo residuo cero.
    Botín de un corto paseo por la montaña. La solución no es cambiarlos por bioplásticos. Por Mr. Encargobike
  7. Un producto desechable siempre representa un mayor consumo de energía. Para cada uno de esos productos que estarán en nuestras manos tal vez durante unos 15 minutos, se ha llevado a cabo un complejo proceso industrial mucho más largo que su vida útil. En el mejor de los casos, provienen tal vez de maíz que ha sido cultivado y cosechado en grandes terrenos (de monocultivos) y que se ha procesado a nivel industrial para convertirlo en un bioplástico. Un proceso complejo que implica el consumo de energías, probablemente de origen fósil. Y aún nos queda la distribución, que puede dar muchas vueltas hasta que llega a tu mano.
  8. Los productos de un sólo uso también son un desperdicio de agua. Me he topado con unos cuantos que creen que un producto desechable puede representar un ahorro de agua, puesto que no tiene que lavarse. Un argumento que se usa mucho en contra del uso de servilletas de tela, o pañales o compresas femeninas reutilizables, por decir algo. Pero ni siquiera en el caso de productos que necesitan un lavado más profundo, esto tiene sentido. Se utilizan grandes cantidades de agua para regar los cultivos y siempre se gasta mucha agua en el proceso productivo. Según datos que encuentro en la web de Ecologistas en acción, para fabricar 100 bolsas de bioplásticos producidos a partir de almidón de patata se utilizan 2.000 litros de agua. De nuevo, recordemos que hablamos de un producto que tiene un ciclo de vida muchas veces más corto que una fiesta. No podemos comparar toda esa cantidad de agua con la que usamos para lavar un pañal y mucho menos un vaso o un par de cubiertos.
  9. ¿Tierra cultivada para crear productos de usar y tirar? No sé cómo lo ves tú, pero en el mundo hay, según datos de la FAO, 843 millones de personas que que pasan hambre. En el informe de Ecologistas en acción que cito en el párrafo anterior calculan que para producir las mismas 100 bolsas se necesitan unos 4 kilos de patata. La tierra cultivada debería estar destinada a producir alimentos para dar prioridad a la seguridad alimentaria.
  10. Pueden tener una toxicidad muy alta. Como no son sometidos a los mismos controles (ya débiles) de uso de plaguicidas en su cultivo, nos vemos frente a un tipo de cultivo más contaminante, lo que representa una amenaza para la calidad de los suelos y el agua, y también para la salud, puesto que hay tóxicos que pueden llegar a nosotros a través de los alimentos. Por ejemplo, los bioplásticos pueden contener Bisfenol A y otros disruptores endocrinos.

No quiero acabar este post sin aclarar algo. En primer lugar, que Petit Brot es un restaurante fantástico que recomiendo de todo corazón, que les estoy profundamente agradecida por la atención que nos prestaron y que estoy segura de que hacen las cosas tan bien como pueden y se esfuerzan por mejorar continuamente.

Por otra parte, también quiero aclarar que no quiero decir con este post que no crea que los bioplásticos no representen una opción mejor al uso del plástico convencional, en aquellos casos en los que éste es inevitable. Estoy casi segura de que sí.  Lo que sí quiero decir es que no son la solución. Simplemente son un paño caliente que nos aleja de la única salida, la indispensable reducción de residuos que nos lleve a un sistema zero waste. Como también dice Alex Pascual, el mejor residuo es el que no producimos.

¿Seguimos sumando puntos para acercarnos cada vez más a una vida sin residuos? ¡Cuéntame qué opinas tú!

Y antes de despedirme, un recordatorio: quedan sólo dos días para votar por La Ecocosmopolita en el concurso Premios Bitácoras y estoy de tercera en las votaciones al mejor blog de Innovación y Sostenibilidad. ¡Por si quieres darme una mano! 🙂

 

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