Subir 62 escalones, ser recibida por unos anfitriones adorables y disfrutar de una memorable cena en casa de particulares, vegetariana y exquisita, que dejaría enamorado al más escéptico de los carnívoros. 62 Escalones ha sido mi primera experiencia con Vizeat, ahora Eatwith.
Cuando llegué a España, mi primo Felix, que es un gallego con sangre de aquí y de allá, me alertó: «Yve, en Caracas la vida social se hace en las casas y es fantástico, pero aquí la vida se hace en bares del barrio, a pie de calle.» Y sí, la vida de bares es muy divertida pero a mí me encanta pasar una buena velada en la comodidad de la casa de los amigos. Así como me encanta llegar a casa de unos amigos cuando conozco una ciudad, porque a través de sus ojos puedo ver el alma del lugar.
Desde hace un año, cada dos semanas Julie, Santiago y Carlos transforman su casa en 62 escalones y se convierten ellos mismos en los anfitriones de un grupo de hasta 20 personas, normalmente desconocidos y muchos de ellos de paso por Barcelona, que comerán en su salón en lugar de hacerlo en un restaurante. Cada plato es preparado con productos orgánicos y locales, y cocinados con todo el esmero y una calidad que ya envidiarían muchos restaurantes. Se trata una de las cada vez más populares cenas en casas de particulares, compartidas muchas veces, que en Barcelona van tomando fuerza.
Estas cenas compartidas buscan rescatar el placer de estos buenos momentos vividos con buenos anfitriones y comida casera y, además, suman un factor extra: la experiencia es con extraños. En palabras de Julie y desde el punto de vista de la anfitriona, «con estas cenas colaborativas, no te vas a hacer rico económicamente hablando pero sí a nivel humano.»
Y así nace 62 escalones
Todo comenzó hace dos años. Era el cumpleaños de Carlos, y Santiago y su pareja Julie decidieron invitarlo a una cena diferente.
«Había escuchado hablar en el trabajo del concepto de las cenas compartidas en casa de particulares y como Carlos es chef es muy curioso, que siempre quiere conocer nuevos restaurantes y sabores, pensé que también le gustaría», cuenta Julie. Efectivamente, a Carlos le gustó tanto la idea que al salir de la cena los miró a los ojos y les dijo: «¿Porque no lo hacemos en vuestra casa?«.
Pasaron meses para encontrar la vajilla perfecta, darle un toque adorable y acogedor al salón, y acomodar todo para que el espacio de uso diario pudiera transformarse fácilmente. En mayo de 2015 hicieron una primera prueba y se lanzaron a la aventura de 62 escalones.
La noche de las ilusiones gastronómicas
Hace algunas semanas fui a conocerlos con mi amiga Cris. 62 escalones que le dan nombre a sus eventos de cenas compartidas ecológicas y vegetarianas te llevan a su precioso piso del Raval.
El tema de la cena de la noche era The wonderfull illusions night y todo el menú estaba basado en trampantojos culinarios, es decir, de platos que juegan con la mirada del comensal y le hacen pensar que comen algo muy distinto a lo que son en realidad.
La cena comenzó con un plato tan bello como curioso: Nos presentaron un café con leche, un cheese cake y una empanada argentina. Intrigados fuimos probando y tratando de adivinar cuál era la verdad tras el plato: crema de setas, tarta de gorgonzola y mermelada de tomate, y una empanada de soja.
El segundo fue el plato estrella. Un risotto mar y monte increíble, con queso de cabra, servido de forma espectacular: dentro de una pequeña (o no tan pequeña) calabaza horneada. Nunca me enteré de que el arroz era en realidad lágrimas de pasta (desde luego, vegetariano). El sabor, indescriptible.
El postre, desde luego, fue el más sorprendente. Un bello tataki, sólo que el atún era una especie de sorbete de frutos rojos y sandía, la soja era chocolate y el wasabi era una crema dulce deliciosa de aguacate (cosa que jamás hubiera adivinado). Todo acompañado de un perfecto vino ecológico y limonada fresca desde que pusimos un pie en el piso.
Cris y yo compartimos la mesa con una pareja de catalanes, dos alemanes (uno de ellos estudiante en Barcelona), una pareja que venía de Tel Aviv por trabajo y una chica medio peruana, medio española, que se acababa de instalar en Barcelona. Tal como esperamos, fue una noche muy inolvidable.
Y tuve la oportunidad de entrevistar a Julie, que es una mujer adorable e infinitamente cordial.
El alma tras 62 escalones
Jullie, qué es lo que más te gusta de organizar estas cenas en tu casa?
Lo que más me gusta de este concepto es recibir a personas de cada rincón del mundo. Son siempre personas muy agradables, abiertas y dispuestas a compartir sus experiencias, su cultura y su amor por la comida bien hecha.
Con los grandísimos anfitiriones: Carlos, Santiago y Julie. Foto de Steffen BaronDedico dos fines de semana al mes a este proyecto, pero no me parece un sacrificio. Me encanta compartir un trocito de mi vida, abrir mi casa y compartir una comida hecha con todo el corazón con turistas recién llegados a Barcelona, barceloneses de toda la vida o cualquiera que esté dispuesto a venir a descubrir este nuevo concepto de comidas que te puede ofrecer much más que un simple restaurante.
Más que compartir una comida, para mi es compartir formas de vida durante unas hora.
¿Alguna anécdota especial?
Cada cena es un mundo. En una de las cenas un grupito de franceses y belgas que acababan de llegar a Barcelona salieron a tomar algo y ahora todos son amigos. Eso me pone una sonrisa en la cara.
Otras veces nos hemos quedado en contacto con nuestros invitados. Cuando son turistas o recién llegados, yo siempre ofrezco mi número de teléfono por si algún día alguien quiere ir a tomar algo o si necesita ayuda. A veces me llaman, a veces no. Pero ahora tenemos amigos de San Francisco, de Bélgica, de Francia, de Alemania… Me encanta esta calidez y este lazo que crean nuestros eventos. Es lo bonito de la experiencia.
¿Por qué un menú vegetariano y ecológico?
Queríamos proponer un producto de calidad, sabroso y sano, así que tenía que ser ecológico.
Además, por razones de salud, Carlos tuvo que dejar la carne roja, cosa que lo ha ido acercando poco a poco a la alimentación vegetariana. Así que aunque no somos 100% vegetarianos, es un menú que se acerca más a nuestra forma de vida y a nuestra personalidad. Al fin y al cabo, si buscas una manera de acercarte a la gente con estas cenas, el tipo de comida que escoges también tiene que contar algo sobre ti.
No fue fácil al inicio y hemos pasado por varias etapas, pero creo que hemos logrado demostrar a nuestros invitados que la comida vegetariana no es solo lechuga verduras al vapor, y que sí puedes hacer un menú elaborado sin necesidad de integrar carne o pescado en la propuesta.
62 escalones ya no organiza estas maravillosas cenas, pero te animo a probar la experiencia con algún otro anfitrión,
Unos apuntes sobre Vizeat
Hay muchas plataformas para ofrecer comidas colaborativas, y una de ellas es Vizeat, una empresa que nace en París, ahora tiene un par de años en funcionamiento, y actualmente se está expendiendo por otros países de Europa, España incluida.
Si quieres disfrutar de una experiencia gastronómica diferente, sólo tienes que entrar en su página, seleccionar la ciudad y buscar una propuesta que se ajuste a lo que quieres: cena tapas, curso de paella, visitas a mercados… De verdad que hay para todos los gustos. Puedes hacer tu reserva directamente o contactar al anfitrión si quieres aclarar alguna cosa antes.
Si en cambio deseas ser anfitrión, sólo tienes que crear tu perfil en la plataforma, crear tu evento con las características, precios y fechas que te vayan bien (todo es gratuito), y al día siguiente de haberse celebrado el encuentro, recibirás el 100% del coste de tu comida. Podrás contactar con tus posibles huéspedes e incluso decidir si los aceptas o no.
Puedes usar Vizeat en versión web, o a través de sus apps para iOs y Android.
Yo me he quedado con el gusanillo por dentro. De repetir de comensal o incluso de ofrecer algo como anfitriona alguna vez. ¿Y tú, en qué bando te ves más? ¿Has disfrutado de alguno de estos encuentros? ¡Cuéntamelo todo!
Este post ha sido patrocinado por Vizeat – Ahora Eatwith y está escrito desde el corazón, como todo en La Ecocosmopolita. 🙂
Porque hay muchas cosas maravillosas
en este mundo
y a mí me encanta compartirlas
Cada 15 días escribo una carta en la que comparto un popurrí de cosas que creo que deberías conocer, porque son buenas para la Tierra o porque son buenas para ti.
Recibe las cartas de la ecocosmopolitaQue un poco, es lo mismo porque formamos parte de este planeta.
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