En agosto del 2015 Patri y Fer lanzaban el blog Vivir sin plástico. Pero sobre todo, comenzaban el enorme reto de sacar el plástico de sus vidas y, por el camino, desnudar sus cubos de reciclaje frente a todo aquel que quisiera verlo y aprender del proceso que viven hacia una vida más ecológica.
Hoy, son un símbolo de la vida sin plástico y han publicado un libro con el mismo título, Vivir sin plástico.
Comenzaron publicando un post semanal en el que mostraban todos los residuos de plástico generados de lunes a lunes y en noviembre ya todos sus residuos de los últimos 30 días cabía en el puño de un niño así que decidieron pasar recuentos de basura mensuales y, por si fuera poco, en diciembre anunciaron que guardarían todos los residuos plásticos que generaran durante el 2016 en un bote para cada uno. (Sí, todo el año. Lo has leído bien.) Además se comprometieron recoger 10 objetos de plástico de la playa o de la montaña por cada uno de los que produzcan (venga, aplaude con gusto que se lo merecen).
Desde la primera semana hasta hoy, parece que hubiera pasado una vida (y una muy ecológica). Su colección de residuos plásticos del 2016 se pierde en el fondo de un pequeño bote.
En casa llevamos semanas recorriendo su blog de arriba hacia abajo y revisando (y aplicando) nuevos cambios necesarios para acabar de dar un verdadero salto adelante en la sostenibilidad y la vida zero waste. Por eso, tal como entrevisté a Mariana de Cualquier cosita es cariño para que me hablara de cómo hacía reducido su basura a «casi cero», les pedí a Patricia Reina y Fernando Gómez que me contaran un poco cómo ha sido su vivencia hasta hoy. ¡Vamos a ello!
¿Por qué vivir sin plástico?
(Y): Está claro que motivos no faltan y a mí se me ocurren miles de razones pero, contadme, ¿qué es lo que os impulsa a evitar el plástico y cómo nace la idea del reto?
(PF): Siempre nos ha molestado generar muchos desechos y tirar nuestros residuos a la basura o al contenedor de reciclaje nos hace sentir fatal. Muchas veces imaginábamos la cantidad de residuos que una persona puede generar a lo largo de su vida y nos preguntamos dónde acabará todo eso. A pesar de todo, estábamos tan atolondrados con nuestras rutinas diarias que seguíamos desechando más basura de lo que queríamos y, sin ser totalmente conscientes de ello, esto nos remordía por dentro.
Cuando escuchábamos hablar de Lauren Singer o Bea Johnson nos daba (y nos sigue dando) una envidia terrible. “Nosotros también queremos” pensábamos, pero nos parecía todo un mundo. Hasta que un día, como otro cualquiera, decidimos pasar a la acción y empezar por el material más abundante y que más odiábamos de nuestra basura: el plástico.
Como no somos de medias tintas no nos valía con reducir su uso, queríamos eliminarlo de nuestras vidas. Para comprometernos y que el viento no se llevase las palabras de un día de iluminación, decidimos abrir un blog y contar en él nuestro viaje a una “vida sin plástico”.
En un principio lo odiábamos por la dificultad en su reciclado, por ser muy contaminante y persistente en el medio ambiente y por su omnipresencia. Con el paso del tiempo se han ido sumando motivos. Sólo pensar en la contaminación plástica en los océanos y el daño que produce a los animales marinos ya es razón suficiente. Y saber que todo el plástico que se ha producido en la historia (menos el que se ha incinerado) sigue todavía con nosotros y que seguirá en el planeta cuando nosotros ya no estemos aquí, nos aterra.
Y: Vamos a hacer un viaje en el tiempo hasta la semana 0 de Vivir sin plástico: estamos en agosto del año 2015. ¿Qué les dirías a los Fer y Patri de entonces?
PF: Les diríamos que no se agobien, que aunque no lo parezca al principio, hay alternativas para casi todo. Que se preparen para salir de viaje fuera de su zona de confort y para aprender un montón de cosas nuevas (y buenas). Que vayan con la mente abierta porque van a descubrir muchas cosas que desconocían de sí mismos y del mundo que les rodea. Y que va a resultar de lo más gratificante porque sus pensamientos van a estar en concordancia con sus acciones.
Pero sobre todo les diríamos que disfruten del camino, que no se aceleren (tienden un poco a eso), que se lo tomen con calma y con humor, que se rían de sus errores y que se diviertan por el camino.
Más que un reto, un cambio de vida
Y: Esto es un reto y en menos de un año habéis hecho un cambio muy importante. ¿Cómo os veis dentro de dos años más? ¿Creéis que podréis sostener esta forma de vida en el tiempo, que podréis avanzar, que hará falta retroceder?
PF: Cuando miramos hacia atrás es cuando nos damos cuenta de lo mucho que ha cambiado nuestra forma de consumir y de ver la vida en general. Nos cuesta reconocernos en lo que éramos hace unos cuantos meses.
Confiamos en poder seguir avanzando. Cuando empezamos todo parecía muy complicado, pero poco a poco todo se fue volviendo más sencillo. Ahora mismo no nos supone ningún esfuerzo evitar la mayoría de plásticos que antes nos parecían imprescindibles. Nuestro objetivo es llegar al residuo cero aunque no sabemos cuántos años hará falta. Sin prisa y sin tener la sensación de que nos estamos privando de nada. Al contrario, sabiendo que estamos eliminando lo superfluo.
También hay cosas que por ahora no hemos necesitado pero que en algún momento necesitaremos. Por ejemplo, encontrar unas simples sábanas o un edredón sin que vengan en una funda de plástico es difícil. Cuando llegue el día en que las necesitemos (que se va acercando) ¿qué haremos? ¿las compraremos con la funda o intentaremos comprar la tela y hacerlas nosotros mismos? Me imagino que elegiremos la primera opción. Y lo mismo ocurre con muchos productos. En algún momento, se romperán nuestros auriculares, ordenador o el móvil y tendremos que pasar por el aro de sus embalajes.
De todos modos, si algún día tenemos la sensación de que nos estamos privando de algo importante o de que por no comprar un envase estamos produciendo un gasto energético mayor, como en el caso de las bombillas de bajo consumo, que siempre vienen empaquetadas en plástico, no tendríamos problema en retroceder.
Y: A veces es difícil conseguir el equilibrio entre los cambios de hábitos y las convenciones sociales: evitar las tensiones entre lo que uno quiere hacer y lo que hacen los otros, la oferta real si vas a comer en calle, etc. ¿Me podéis hablar un poco de cómo estáis viviendo este aspecto?
PF: Es lo más complicado. En casa tenemos todo más o menos controlado pero cuando viene gente o salimos siempre tenemos que planear un poco las cosas. No podemos imponer nuestro estilo de vida al resto. Si vamos a casas de amigos o familiares rechazamos lo que podemos, como botellas de bebida, café de cápsulas, o cualquier dulce o galleta que vengan envasados individualmente. Pero si nos ponen una ensalada tampoco vamos a rechazarla porque imaginamos o sabemos que venía en una bolsa de plástico. En estos casos desconectamos y disfrutamos de la compañía. Luego hay otros momentos en los que somos un poco más radicales…
Fer: A mí por ejemplo me gusta correr y normalmente participaba en 8 o 10 carreras populares al año. En estas carreras se desechan cantidad de botellas de bebida, barritas energéticas, tonterías varias que regalan patrocinadores… Aunque evites coger nada, es tal el desparramo de residuos que me da cosa verlo. Así que he dejado de participar en la mayoría de estas carreras para evitar todo eso.
Patri: A mí me han planteado ir a un festival. Me apetece mucho pero está el problema de los residuos. En este festival sirven las bebidas en vasos de plástico “reciclables”. Me he puesto en contacto con la organización para que me dejen llevar mi propio vaso para rellenarlo y parecen un poco reacios. Y si no me dejan, no voy a ir. Puede que suene un poco extremo pero sé que si voy, no disfrutaré de la música y la compañía mientras estoy tirando un vaso tras otro. Quizás en unos años desista, desconecte y haga este tipo de cosas sin pensarlas, pero hoy por hoy no puedo.
El esfuerzo vale la pena
Y: De todas formas, también hay una parte personalmente gratificante… Soy toda oídos. Venga, ¡hablen para contagiarnos a todos!
P: ¡Todo son ventajas! Al principio andábamos un poco despistados buscando la forma de comprar sin plástico, pero la necesidad agudiza los sentidos y hay soluciones para casi todo. Y en el momento que cambias tus hábitos, todo se simplifica y se abre un mundo nuevo con infinidad de posibilidades.
Hemos descubierto un montón de tiendas donde se puede comprar a granel. En nuestra ciudad vamos visitando poco a poco las que descubrimos a través de internet y cuando vamos a otra ciudad, también hacemos turismo “graneril”. ¡Nos encantan! Ves la comida desnuda, sin adornos, ni artificios, ni envases inútiles. Nunca nos han gustado los supermercados, pero antes comprábamos a menudo en ellos por “comodidad” o vagancia. Ahora, raro es el día que los pisamos y ha sido una gran liberación.
Además, también experimentamos recetas para cosmética, productos de limpieza y alimentación. Somos como dos niños chicos jugando. Vimos el otro día en Cualquier cosita es cariño la receta del vinagre de manzana y nos pareció una revelación. Unos días después, nos regalaron un libro de cómo hacer cerveza artesana ¡nos sentimos como alquimistas!
Además, comprobar que podemos reducir el plástico y no echarlo de menos nos ha animado a seguir reduciendo más cosas y el no depender tanto de lo material ha hecho que nos sintamos mucho más libres.
Y lo mejor de todo, es la sensación de saber que estás aportando tu granito de arena para mantener este planeta un poquito más limpio. ¡Hasta nosotros nos sentimos más limpios! Esa sensación sí que es gratificante. Sólo por eso ya merecería la pena.
Y: ¿Hay algún plástico que se resiste a desaparecer de vuestra casa?
PF: Uy, sí que los hay, entre nosotros los llamamos plásticos rebeldes. El más rebelde de todos es el dosificador de las botellas de aceite. En nuestra ciudad no hemos encontrado ningún sitio donde vendan aceite a granel, ni ninguna marca que no lo lleve (aunque seguimos buscando, no nos damos por vencidos). Y lo mismo ocurre con los aceites base y los aceites esenciales, los puedes encontrar en vidrio pero el dosificador y el tapón son de plástico, aunque éstos por lo menos duran mucho más.
La ruta al zero waste se camina paso a paso
Y: Cada vez que veo vuestros frasquitos minimalistas, me lleno de admiración y pienso que ya podemos acelerar el paso en casa. ¿Podríais compartir con nosotros, los simples mortales, algunos consejos?
PF: Lo principal es dar pequeños pasos. Empieza por lo fácil y, una vez que lo tengas dominado, ve un poco más allá. Si te planteas eliminar todo el plástico junto, lo más probable es que te des por vencido antes de empezar. Piensa que todo suma y que cada vez que lleves una bolsa a la tienda, es una bolsa menos que puede acabar en el océano y que cada cápsula de café que no tomes es una cápsula menos en el vertedero… así irás reduciendo tus residuos sin darte cuenta.
La mayoría los generamos por simple inercia, porque no nos hemos parado a pensar en el gasto energético y ecológico que eso conlleva y lo principal es romper esa inercia. Si hay algo que se te resista, no te agobies, pero no desistas. Aunque haya algo que no puedas conseguir sin residuos, siempre puedes encontrar alternativas menos contaminantes.
Hay tantos pequeños cambios que son fáciles que nos resultan difíciles de enumerar, como utilizar trapos de cocina en vez un rollo de papel, llevar un pañuelo de tela en vez de desechables, salir de casa siempre con una bolsa de tela, evitar el exceso de embalaje, intentar comprar a granel… Es un conjunto de pequeñas acciones. Al final todo suma y una vez que empieces, será como una bola de nieve, a medida que recorre el camino, se irá haciendo más grande y fuerte. Y no podrás parar.
Mil gracias por vuestras inspiradoras palabras, Patri y Fer. ¡Un lujazo teneros por aquí! Mil felicidades por todo lo logrado.
Puedes seguir a Patri y Fer en su web, en su página de Facebook , en Twitter y en Instagram. Y dime, ¿no acabas este post con unas ganas locas de comenzar a reducir tus residuos? ¿Qué cambiarías de tu compra? En casa estamos decididos a pasar al siguiente nivel. Ya hemos puesto en la lista negra a unas cuantas cosas, como la bebida de avena, que aún seguimos comprando y queremos sacar ya de casa. (ACTUALIZAMOS: ¡esto está más que eliminado ya!) ¡Hasta el viernes, cuando celebraremos el Día de la Tierra!
Porque hay muchas cosas maravillosas
en este mundo
y a mí me encanta compartirlas
Cada 15 días escribo una carta en la que comparto 3 cosas buenas y bonitas, que creo que deberías conocer ya sea porque son buenas para la Tierra o porque son buenas para ti.
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