Mariana y las 5 «R» de su «basura casi cero»

Paquete de basura casi cero

El tema de la basura y los residuos siempre me ha preocupado y seguramente ese fue el primer paso hacia la sostenibilidad que dimos en casa. Uno de los posts preferidos de muchos de este blog es aquel en el que voy repasando toda la basura que puede generar una familia en 24 horas, y he escrito ya sobre el problema de la basura en el mar o de cómo reducir los residuos en casa, entre muchos otros relacionados con todo esto. Sin embargo, tengo clarísimo que me queda muchísimo por andar en mi propia vida diaria. Además, voy a confesarlo, desde que me he metido en tantos temas juntos (350 BCN, Festival de Cine del medio Ambiente, Moviment per la Justicia Climàtica y más) probablemente haya descuidado algunas cosas, porque me queda menos tiempo para preparar mis cosméticos, tostar cereales para hacer mi propio muesli o comprar ciertos productos a granel, por decir algo. Por eso, cuando vi el post de Mariana, de Cualquier Cosita es Cariño, mostrando su paquete (que no bolsa) de la basura de tres meses, supe que tenía que conversar con ella para que me ayudara a reencaminarme y para, además, compartir sus consejos aquí en el blog, para que tú también puedas aprovecharlos.

Paquete de basura casi cero
El paquete de basura de tres meses de Mariana y pareja

Hemos estado conversando -viva la tecnología- sobre el tema y de esto sale la entrevista que aquí te traigo. Toma papel y lápiz y apunta. Para comenzar, si aún no conoces su bitácora, comienza por apuntarte a Cualquier cosita es cariño entre los imprescindibles, porque para mí es de los mejores blogs sobre sostenibilidad práctica, con un enfoque humano y vivencia, que hay por ahí estos días. Por cierto, ambas estamos clasificadas en los premios Bitácoras de 20 blogs. Digo, por si te apetece votarnos 😉 y ahora sí, sin más, te dejo con mi charla con Mariana y su gran sabiduría.


 

Mariana de Cualquier cosita es cariño
Mariana (y sus cereales comprados a granel en bote reciclado)

YVE (Y): Mariana, propones cinco R en lugar de las tradicionales 3 R como una estrategia para acercarte a la «basura cero». ¿Puedes definir cada una de estas R a partir de ejemplos prácticos que practicas en tu vida diaria?

MARIANA (M): Pues es que pienso que las 3R se quedan muy cortas… pero igual las 5R no son un invento mío. La verdad es que no recuerdo dónde las vi por primera vez, pero sí sé que la primera vez que realmente les presté atención fue cuando empecé a leer el blog de Bea Johnson, The Zero Waste Home.

Las 5R que nosotros aplicamos son una leve re-interpretación de lo que propone Bea, reemplazando Rot con Reincorporar (Rot es podrir, y lo que nosotros hacemos es aprovechar el material orgánico como nutriente para el suelo, algo que no se reduce a simplemente dejar que algo se pudra), y ubicándolo antes de Reciclar, dándole más importancia. Para mí el reciclaje debería ser la última alternativa, lo que se hace sólo cuando se han agotado todas las demás posibilidades.

Tenemos entonces: Rechazar, Reducir, Reutilizar, Reincorporar y Reciclar, en ese orden.

Pienso que Rechazar y Reducir son las dos más importantes (y tal vez las más difíciles). Estamos tan inmersos en la cultura de consumo que rara vez nos preguntamos si realmente necesitamos algo… confiamos casi ciegamente en lo que nos dicen los anuncios publicitarios y compramos sin parar, y sin reflexionar sobre todas las cosas que pasan detrás de esos productos que adquirimos.

Rechazar esa manera de actuar es parte esencial del proceso, y creo que una manera de ponerlo en práctica es empezando a indagar sobre el impacto que tiene nuestra sed de consumo. Mirar los anuncios publicitarios con ojos más críticos. Rechazar también aplica a cosas tangibles: rechazar bolsas de plástico (que “evitar” no es suficiente, porque hay lugares en las que casi te las dan a la fuerza), pitillos [cañitas o pajitas en España], productos con empaques excesivos, platos y vasos desechables, etc.

Bolsas de tela para lograr el Basura casi Ce¡ro
Bolsas de tela siempre a mano. Un indispensable

Reducir es algo que aplicamos no sólo a la cantidad de cosas que compramos sino a otros aspectos, como el tamaño, la complejidad, la distancia y el impacto. Reducimos la cantidad de cosas empacadas que compramos, y las reemplazamos con cosas que podemos comprar a granel reutilizando empaques. Reducimos el tamaño de los residuos, seleccionando productos que tengan empaques menos voluminosos. Reducimos la complejidad de los productos de aseo (y de paso la de sus empaques), reemplazando los comerciales con otros hechos en casa (como champú en barra o jabón para lavar los platos). Reducimos la distancia comprando productos que sean fabricados en nuestro barrio, o en Medellín, o tan cerca como sea posible. Reducimos el impacto reemplazando productos sintéticos con alternativas biodegradables (por ejemplo esponjas vegetales en lugar de sintéticas para lavar los platos), comprando productos que tengan empaques más amigables, ingredientes menos dañinos, fabricados artesanalmente y que no tengan ingredientes de origen animal ni sean probados en animales.

esponjas naturales para enviar las sintéticas.
Detalles maravillosos: esponjas naturales para enviar las sintéticas.

Reutilizar consiste en darle tantas vidas como sea posible a un solo producto o material. Creo que el ejemplo más claro (y el que más ponemos en práctica) es el de los frascos de vidrio. El aceite de coco que compramos, por ejemplo, viene en frascos de vidrio de un tamaño buenísimo, que después reutilizamos para guardar granos, frutos secos, especias y para ir a comprar a granel.

meriendas reutilizadas
Reutiliza tus botes, tuppers, vasos, tazas ¡nada de desechables!

Reincorporar es tan “simple” como permitirle a la naturaleza que haga lo suyo. En la naturaleza no existe la basura: todo se convierte en alimento para otra cosa, todo se aprovecha. El material orgánico que sale de nuestra cocina lo reincorporamos a la tierra con un sistema que se llama paca digestora. Otra opción es aprovechar los residuos de cocina para nutrir la tierra de las plantas en casa (como propone Green Sandra) o hacer compostaje.

Residuos orgánicos
Residuos orgánicos, que también hay que reducir

Por último, Reciclar consiste en convertir los materiales en productos nuevos a través de procesos complejos, así que la tarea que uno lleva a cabo no es propiamente reciclar sino clasificar los residuos de manera que puedan ir a parar a las plantas de procesamiento adecuadas. Es una idea muy bonita, y claramente tiene importancia al reducir el impacto de nuestra basura… pero no podemos pensar que el reciclaje en sí mismo va a resolver el problema. Los humanos generamos DEMASIADA basura, y el reciclaje apunta más a los síntomas que a la enfermedad. Es una herramienta valiosísima, pero antes de usarla debemos tratar de agotar todas las otras posibilidades.

En la publicación sobre “Basura casi-cero” me centré en esas 5R, pero creo que podrían añadirse otras cuantas. Pienso que podría ser así: Replantear (las ideas que tenemos), Rechazar, Reducir, Reutilizar, Reparar (¡tantas cosas que van a parar a la basura y que se arreglarían en un tris!), Reincorporar, Revisar (¿se nos escapa algo? ¿este objeto/material podría tener otro uso?) y, agotadas todas las alternativas, Reciclar. (Por cierto, justo hace unos días Rut habló de estas “R” en su blog Mi vida sencilla.

Y: Y en todo este proceso, ¿qué es lo que más difícil te ha resultado quitar de tu vida?

M: Podría decir que las papas fritas en paquete jajaja. Hay unas que venden cerca de mi casa, son de una marca local y semi-artesanal, pero igual vienen en una bolsa sellada de plástico. Tienen sabor a limón y pimienta y son exquisitas pero pensar en la bolsa ya hace que se me quiten las ganas de comerlas… y por lo general termino preparando algún snack casero (por ejemplo arepas fritas espolvoreadas con merkén ¡una delicia!).

Pero la verdadera respuesta creo que sería así: lo que más difícil me resultó fue quitarme la venda de los ojos. Esa venda que no me dejaba ver la cantidad de basura que estaba generando, el impacto tan enorme que tenían mis —aparentemente insignificantes— decisiones de compra. Pero una vez la venda empezó a “aflojarse” pude ver las cosas de otra manera, y eso ha hecho que cada cambio traiga más ventajas que desventajas, más aprendizajes y descubrimientos que sacrificios. No me interesa dar marcha atrás.

Y: ¿Y qué es lo que menos echas de menos?

M: Los productos de cuidado personal. Para mí el mundo de la cosmética DIY ha sido todo un descubrimiento; me ha llevado a cuidarme más, a experimentar, ¡a ser más creativa!

materiales de la cosmética DIY
Los materiales de la cosmética DIY de Mariana

No me imagino volviendo a ponerme una crema comercial en la cara… ¿para qué? Si ahora tengo la posibilidad de hacer las combinaciones tal cual como me gustan, generando menos residuos, evitando ingredientes tóxicos (que además de hacernos daño a nosotros, han sido probados en millones de animales indefensos). En este proceso tengo todo que agradecerle a Ana Organicus, que ha sido una fuente inagotable de ideas, aprendizaje e inspiración 🙂

Y: ¿Por dónde aconsejarías comenzar a alguien que quiere empezar un cambio radical?

M: Por cualquier parte… creo que lo más importante es empezar. Cambiar cosas de la noche a la mañana no es fácil, y menos cuando vienen de algo que hemos dado por hecho durante toda nuestra vida: que crear basura es lo “normal”.

Para alguien que no se ha planteado nada de nada sobre la basura que genera, el sólo hecho de empezar a clasificar los residuos para que sean aprovechables para reciclaje ya puede ser un paso enorme… y creo que —para cualquiera que lo haga con el verdadero interés de aprender a tener una vida más amigable con el planeta— los otros cambios llegarán de manera natural.

Y: ¿Qué había dentro del paquete de basura de tu famosa foto?

M: ¡No me acuerdo! Jajaja. Estuvo tanto tiempo ahí que no tengo idea de qué podía haber el en fondo, ¿monstruos? Sé que era básicamente una combinación de residuos de barrido, tiquetes de compra (los de registradora no son reciclables, y en algunos casos es imposible que las tiendas no los generen), trocitos de plástico pequeños que no se aceptan para reciclaje, trozos de tela que quedan cuando me pongo a coser (que son demasiado pequeños para aprovechar como retazos o en otros proyectos), alguna pegatina de las que le ponen a los frascos de vidrio… es decir, todo lo que no pudimos rechazar, reducir, reutilizar, reincorporar o reciclar. Así que sí, lo que había era monstruos.

Si quieres conocer un lado un poco más personal de Mariana, visita tu blog y lee también esta linda entrevista que le hicieron en Esturirafi.  Y después de todo lo que nos ha  explicado, no tengo nada más que añadir. Sólo recordarte su consejo: no importa por dónde. ¡Lo importante es comenzar! Nos vemos pronto 😉

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