Cargobikes toman la ciudad de Burgos

Si me sigues en Facebook o en Twitter ¡¿que aún no lo haces?!, ya sabrás que la familia EncargoBike en pleno ha viajado a Burgos para participar en un encuentro de Bullitts y bicis de carga organizado por Okocicle y Vanenbikke. Y seguramente también sabrás que lo disfrutamos los cuatro como niños, como siempre que salimos de viaje, sobre todo porque de nuevo las bicicletas habían sido invitadas.

¡Nos vamos de marcha!

Escuadrón de bicis de carga en Burgos

Los organizadores fueron Carlos Yván de Okocicle, la tienda de cargobikes y bicis reclinadas de Madrid, que es amigo de la casa y colega de Mauricio desde hace más de 20 años, y Andrés de Vanenbikke, la empresa de mensajería y otros affairs de La Coruña. Escogieron Burgos como lugar de encuentro simplemente porque Burgos suena a Bullitt y a pesar de la ‘profundidad’ del análisis, fue un enorme acierto. Mauricio y yo habíamos parado en Burgos hace unos nueve años, cuando regresábamos de Portugal con un par de amigos queridísimos (¡decid «presente»!) y casualmente entonces dormimos en el mismo camping Fuentes blancas. Teníamos un buen recuerdo del lugar, pero fue al dar la primera pedaleada cuando me di cuenta de que estábamos en el escenario perfecto.

¡Al fin cada uno con su Bullitt!

Camping Fuentes Blancas

El camping está en medio del parque Fuentes blancas que bordea el río Arlanzón y, si te gustan las vacaciones sencillas, encontrarás que es el sitio ideal para dormir en Burgos. Sólo hay que traspasar la puerta de salida para entrar en un entorno fantástico en el que se mezclan bosque, agua, caminantes y ciclistas. Verde; verde por doquier. Es como para subirte en la bici y dejarte llevar por el entorno sin más. Muy cerca del camping hay una pequeña playa de río en la que mis niñas, que son mucho más valientes que yo, se dieron banquete haciendo una «guerra de agua» improvisada aunque a mí se me helaron los pies a los treinta segundos de sumergirlos.

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El centro de la ciudad está a unos tres kilómetros bordeando el río por un camino siempre hermoso, y muy cerca del camping hay un puente que te lleva a una calle comercial en la que encontrarás de todo lo que puedas necesitar. Además, dentro del camping hay un mini súper para comprar cosas básicas, un restaurante donde comimos una estupenda paella (no apta para veganos o enemigos de los bichos del mar, pues los había en enormes cantidades). También hay una piscina y aunque el sábado no entendíamos por qué no estaba abierta con el calor que hacía, el domingo -cuando las temperaturas bajaron unos diez grados- lo entendimos perfectamente. Según la recepcionista del camping, los burgaleses no se sorprenden por cambios de temperatura y a donde vayan se les recooce0 por la cazadora, que nunca dejan en casa.

La pandilla de las cargobikes se quedó en una casita (un barracón, realmente) que reservan para grupos, y los de la familia EncargoBike optamos por la tranquilidad y privacidad de nuestra tienda de campaña. Los baños estaban realmente impecables (las duchas son súper cómodas ¡y para mí eso define las estrellas del camping más que cualquier otra cosa!) y, aunque había bastante gente acampando durante el fin de semana, el lugar estaba tranquilo, cosa vital para mí. Además, la atención fue siempre estupenda, como en todos los lugares que visitamos.

La ruta en bici o cómo lograr una escapada perfecta en Burgos

Hicimos poco turismo aunque hay mucho que hacer el Burgos. Nosotros, sobretodo, paseamos dejando sorprendidos a los burgaleses ante la manada de bicis incomprensibles que recorrían sus callejuelas antiguas y los parques que rodean al río y forman parte de su cinturón verde. La ciudad es preciosa, la catedral imponente y el Castillo de Burgos que cuida la villa desde lo alto, un magnífico y majestuoso mirador. Subir hasta él fue todo un reto que no estuvo exento de percances. A Carlos se le rompió la cadena en la subida y Peter (Peter Cargobikes -PE73R) pinchó una rueda.

El sábado por la noche cenamos todos juntos en el Bar Huelgas, que tiene más de 60 años, aunque ha cambiado de dueños. Su nombre suena muy reivindicativo (y le va), pero realmente se debe a que el Monasterio de las Huelgas Reales está justo al frente. Como éramos un gran grupo, nos reservaron los privados del piso de arriba: fue como entrar en la sala de la casa de un familiar excéntrico, con estatua de negrito tamaño natural y casa de muñecas hiperrealista (de esas que no sabes si te gustan o te dan ‘yuyo’) incluidos. El menú era sencillo y económico, y todo estuvo bastante aceptable salvo la ensaladilla que, lo siento, a mí no me gustó nada. El servicio fue bastante lento pero, de nuevo, la atención tan gentil que se lo perdonamos porque éramos muchos.

El domingo, cuando ya había partido casi todo el grupo, nos fuimos al Museo de la Evolución humana de Burgos, donde se exponen y estudian los importantísimos hallazgos del yacimiento arqueológico de Atapuerca y, no menos importante, se ponen en perspectiva nuestro papel en el planeta y nuestra responsabilidad como especie racional y evolucionada sobre su futuro. La visita es una experiencia multisensorial, aleccionadora e imperdible. Además, el moderno edificio que acoge al museo es una espectacular obra de arquitectura moderna, que se integra de modo delicioso a la ciudad y al entorno natural creado a su alrededor.

Otro de los grandes rincones descubiertos fue una zona de toboganes gigantes que descienden por las laderas de la montaña. Están en el mismo parque Fuentes blancas, muy cerca del camping pero en dirección opuesta al centro de la ciudad. Diversión asegurada para los valientes, con mesas de picnic y hasta barbacoas. Eso sí, da lástima la cantidad de desperdicios que hay tirados por la zona, y eso que hay hasta contenedores de reciclaje. Mientras recogía basura con un asco inmenso (¿quién habrá puesto sus manos y su boca en esta lata?), me preguntaba cómo es posible que llegues a un lugar tan hermoso y seas capaz de arrojar a la hierba una lata o una botella…

Sin vértigo  

Burgos, ¡repetiremos!

La experiencia de sentirnos en medio de una tribu de locos por la Bullitt fue fantástica, el grupo era maravilloso y el lugar, ya lo he dicho, perfecto. Desde aquí, un agradecimiento inmenso a Okocicle de Madrid y a VanenBikke de La Coruña por haber unido a toda esta gente fantástica y dejarnos formar parte de la aventura (aquí encontrarás la crónica que ha escrito Carlos y aquí su colección de fotos), a todos los otros ciclistas que hicieron el esfuerzo de viajar hasta Burgos para participar (Urban Ciclo de Albacete, Xiclo de Valladolid, Eco Mensajeros de Murcia, Izkiri de Bilbao, VanenBikke de Coruña, Erbi Mensajeros de Vitoria, Ecomensajeria La Veloz de Zaragoza, Peter Cargobikes de Madrid, Recicleta de Zaragoza, Mejorando el Barrio de Burgos) y, finalmente, a la gente de Burgos con bici, que fueron unos anfitriones de primera, a Arantxa y Raúl, una pareja encantadora de ciclistas que apareció por casualidad por el camping y decidió hacernos de compañía, y a todos los encantadores burgaleses que tropezamos por el periplo y que hicieron que, por votación unánime, decidiéramos que esto hay que repetirlo, y en el mismo punto de encuentro: los rituales son importantes.

Si estás pensando emprender en este campo, aprovecha esta buena red que se ha creado y, si te interesa una Bullitt u otra bici de carga, contáctame.

Gracias VANenBIKKE por el cartel

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