Cuando la pequeña de casa tenía menos de dos meses, buscábamos un camping familiar y tranquilo al que ir con los niños, y unos amigos nos hablaron de un camping ecológico llamado Ecocamp Vinyols. Nos prometieron un lugar más parecido a una finca familiar que al típico camping español y, como nosotros somos de los que huimos de los lugares congestionados y con animadores contratados para rellenar el silencio, nos apuntamos de inmediato a probar la experiencia.
Las niñas no tardaron en calificarlo como «el mejor camping del mundo» y desde entonces repetimos al menos un par de veces al año. Quedamos enamorados.
Casi como “tener pueblo”
Si hay algo que nos recordaba nuestra condición de «expatriados» era que, al llegar el verano, todos marchaban «al pueblo». Nosotros siempre inventamos alguna aventura en vacaciones, pero ¡qué no daríamos por ser los hijos adoptivos de cualquier pueblo perdido! Un lugar en el que instalarnos unos días a ver pasar las horas, oler verde, ver las niñas correr en libertad, recoger verduras del huerto y sentir el frescor de la caída de la tarde mientras tomamos una taza de café o un vaso de vino…
Hasta que llegamos a Vinyols por primera vez. No sé si nosotros adoptamos al lugar, o el lugar nos adoptó a nosotros. Lo cierto es que en Vinyols Camp sucede todo eso y más. En este lugar el tiempo transcurre a ritmo de pueblo, las niñas son felices y yo me siento casi como si estuviera en Turén, la finca en la que pasé gran parte de mis vacaciones y algunos de los recuerdos más bonitos, amorosos y salvajes de mi infancia. Esa que durante años me hizo de “pueblo” y que hoy me hace saltar el corazón de solo nombrarla.
El sueño de un pagès
Imagina un agricultor que en los años 60 vivió la revolución química que transformó los campos de cultivo tradicional en el festival de pesticidas y abonos que dominan hoy la producción agrícola. Imagina que este pagès se da cuenta de que algo no va bien: con las plagas desaparecen también sus depredadores naturales y todo el sistema natural de protección de los cultivos. Los frutos que recoge tienen un aspecto fantástico pero su sabor se deteriora, la tierra es cada vez más dependiente de productos químicos y pierde vida: su pequeño ecosistema desaparece.
Entonces aparece un alemán, que casi viene del futuro, pues en esto su país llevaba ventaja, y le dice que toca volver hacia atrás. Y nuestro agricultor, que le cree con firmeza, pone manos a la obra. La reconversión a la agricultura ecológica -me contaba Eva, la hija de nuestro pagés- no fue fácil. Fue un duro proceso de unos cinco años, pues la tierra sufría amnesia: había olvidado su propia naturaleza. Pero nuestro agricultor, tozudo y convencido, se armó de paciencia y le dio tiempo al campo. Así, éste poco a poco recuperó su sabiduría y volvió la vida, con más magia, energía y sobre todo, con más salud que antes.
El proceso, al parecer, marcó de forma muy profunda a nuestro personaje. Así que decidió que tenía que compartir lo aprendido. Proyectó un espacio que nos acercara a la tierra y nos ayudase a comprenderla. Un lugar que brindara a los niños la posibilidad de conocer a la naturaleza de una forma respetuosa.
Sin embargo, el destino tenías sus propios planes para él y nuestro ecologista visionario murió antes de poder hacer realidad su sueño.
Su mujer, María Rosa, de enorme sonrisa acogedora y hermosa mirada de ojos brillantes, decidió hacer suyo ese sueño. Tropezó con todas las trabas burocráticas que te puedas imaginar, pues hablamos de un terreno que llegó a tener un gran atractivo urbanístico. Tozuda ella, como un día fue su marido, después de 10 años, y con el apoyo de sus hijos y de un inversor privado con experiencia, logró abrir el camping ecológico Vinyols Camp en el año 2005. ¡Y cuánto nos alegramos de que haya sido así!
¿Eres más de tienda de acampada o de bungalows?
Creo que pocas zonas de acampada nos gustan tanto como los túneles vegetales que se forman bajo hileras de avellanos de Vinyols Camp. Te aíslan de los otros campistas, te dan sombra y crean un entorno simplemente hermoso. En total hay unas 25 de estas parcelas, reservadas para tiendas medianas y pequeñas, y otras 25 en una zona de acampada más amplia, pensada para caravanas, remolques y furgonetas.
La zona de acampada Gatitos que buscan casa
El centro también tiene bungalows de madera muy cómodos y bonitos: unas casitas de dos habitaciones, acondicionadas para recibir a 5 personas, con cocina (con equipo básico para cinco), baño completo, calefactores y ventiladores, además de una agradable terracita techada con mesa y sillas para comer al aire libre. Para mí, los bungalows son perfectos cuando aún hace algo de frío o buscas una opción más cómoda.
Y de un tiempo para acá, también disponen de unas tiendas de algodón, que son un término medio entre las dos anteriores (en comodidad y en coste) y una buena alternativa para vivir el espíritu de acampada si no tienes el equipo necesario. Tienen una cama matrimonial y dos individuales, así como una zona exterior sombreada con mesa y sillas de madera. Estas aún no las hemos probado, pero les hemos echado un ojo y se ven estupendas. Cuentan con electricidad e iluminación y, además, puedes alquilar un fogón, mueble de cocina, nevera y vajilla familiar.
Vivir el campo
El principal atractivo de este lugar para los niños son, desde luego, los animales. Vinyols Camp tiene ahora una yegua (Princesa), una poni (Sofía), una burra (Pitufa) y dos cerdos (Dora y Pepa). ¡Ya te puedes imaginar quiénes han escogido sus nombres! Pueden cepillarlos, pasear en una carreta arrastrada por alguno de ellos o los montarlos para hacer pequeños recorridos (en estricto orden de fila). Además, hay ovejas, ocas, patos, gallinas y gallos, y los niños también pueden ayudar a darles de comer y recoger los huevos cada día.
También hay un momento reservado para que los pequeños participen en el cuidado del huerto y, cuando llega el tiempo de cosecha, se encargan de recolectar sus frutos mientras el equipo del camping les explica cómo saber cuándo es el momento correcto, y les da lecciones cariñosas sobre ecosistema del que forma parte para que aprendan a respetarlo.
Al entrar a Vinyols Camp te recibe la Casa Grande, linda y con paredes acristaladas que miran hacia la finca, donde están la recepción, la cocina y el restaurante, además de un gran salón muy luminoso. Además, el espacio está rodeado por un acogedor corredor con cómodas sillas a la sombra y con estupendas vistas. Si estás durmiendo en tiendas, es un lugar ideal para leer un rato, trabajar o dar pecho a tu bebé recién nacida (te lo digo por experiencia).
El Maspubills, el restaurante de Ecocamp Vinyols, ofrece un menú sencillo y lleno de sabores en el que dominan las verduras de temporada. Trabajan con reservaciones y, si eres vegetariano o vegano, sólo tienes que avisarlo al reservar tu mesa.
Veranito, pa qué te tengo.
La piscina del camping Vinyols es una delicia en verano; en la noche el camping es muy fresco, la playa está muy cerca en coche y aunque es un lugar muy conocido, no llega a estar demasiado congestionado. Así que pasar unas semanas de agosto en Vinyols es casi perfecto y hacerlo en septiembre, perfecto de todo. Sí, aunque no es realmente «un camping de playa», es ideal para el verano.
El mejor camping de España. Qué digo, del mundo
El centro organiza talleres de cocina para niños en los que se entretienen al tiempo que preparan platos ricos, sencillos y nutritivos con muchos de los mismos ingredientes que han recogido, y se van empapando de conceptos básicos de nutrición y ecología. También organizan durante el verano talleres de manualidades y otras actividades creativas, gincanas y juegos para la familia que sacan provecho de ese entorno inmejorable. Yo misma me he encargado de facilitar talleres de reciclaje de ropa y vida sostenible en varias oportunidades.
Pero sobre todas las cosas, lo que más me gusta de Vinyols Camp es la amable atención de todo su equipo, el ambiente familiar y tranquilo que crean y lo maravillosamente bien que se lo pasan los niños, que siempre consiguen formar una pequeña tribu con la que explorar hasta el último centímetro del lugar. Mis niñas no dudan al decir que es el mejor camping del mundo y siempre tienen ganas de volver.
Pero nada como vivirlo en carne propia. Porque Ecocamp Vinyols Camp aún es mucho más. Por eso te animo a visitar su página web y a seguirlos en Facebook e Instagram, para que no te pierdas sus novedades, ofertas y otras actividades especiales.
Porque hay muchas cosas maravillosas
en este mundo
y a mí me encanta compartirlas
Cada 15 días escribo una carta en la que comparto un popurrí de cosas que creo que deberías conocer, porque son buenas para la Tierra o porque son buenas para ti.
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