Ecología genealógica

Árboles bosque

La ecocosmopolita en Tataranietos

Hace ya varias semanas estuve de invitada en Tataranietos, pues Mireia me había soltado el reto de escribir sobre la relación entre los temas neurálgicos de nuestros respectivos blogs: ecología y genealogía.

De inmediato supe que aunque pareciera descabellado, había mucho que sacar del tema. Si no lo crees, conoce en su post Árboles para los muertos las fantásticas urnas Bios o participa en sus talleres de genealogía en familia.

Lo cierto es que estoy muy contenta con el resultado, y en estos días en los que mi árbol genealógico con todas sus raíces se me revuelve en la cabeza y en el corazón ante el caos que reina en el lugar en el que nací, me ha apetecido compartirlo por aquí, por si no llegaste a leerlo en su día.

¿Qué tiene que ver la genealogía con la ecología?

Fotografía de Enrique Domínguez

Ecología y genealogía tienen una relación evidente, que es el deseo de preservar el patrimonio, y tienen también otra conexión más profunda. Yo, más que como una ecologista, me defino como una urbanita en la búsqueda de una vida sostenible, y esta búsqueda cada vez tiene que ver menos con certificados y sellos, y más con el rescate de lo sencillo y, a la vez, ancestral.

El sello de la maternidad

Mi hija mayor regaló una reconexión con naturaleza. Tener a esa frágil personita en brazos, capaz de crecer y hacerse fuerte a partir de mi cuerpo, cambió mi forma de ver el mundo. Me hizo descubrir la fuerza de la vida y despertó dentro de mí una sabiduría que estaba dormida. El deseo de conservarla “limpia” y de ofrecerle un mundo mejor echó por tierra muchas ideas aprendidas que no respondían a lo que nosotras necesitábamos y, al mismo tiempo, hizo que surgieran instintos que heredé de mis antepasados. Así, mi visión de la ecología tiene que ver con mis hijas y también tiene que ver con mis ancestros.

El saber de los ancestros

Si pudiera trepar en cada una de las ramas del árbol de mi familia, uno a uno iría interpelando a sus habitantes. Les preguntaría sobre los modos de hacer que intuyo que pudieron seguir mis abuelas, bisabuelos, tatarabuelas y las personas cercanas a todas ellos. Y también tus abuelas, bisabuelos y tatarabuelos, que tenían una perspectiva mediterránea de la que yo me siento heredera por adopción.

Hoy somos sabemos muchísimas cosas que antes desconocíamos y ¡hasta hemos llegado a la luna! Pero también hemos olvidado grandes saberes y hemos perdido el respeto por la naturaleza. Por eso estoy convencida de que, sin abandonar los verdaderos avances alcanzados, nos hace falta recuperar viejos conocimientos y abandonar esa pretenciosa mirada que nos hace creer que “como lo hacía la abuela” es sinónimo de primitivo y que primitivo es sinónimo de inferior.

En la medida en la que lo logremos, estaremos todos más conectados con este planeta que habitamos y, de ese modo, seremos capaces de darle el trato que se merece.


¿Y tú? ¿Sientes alguna vez esa necesidad de recuperar los saberes de tus ancestros?


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